Si me despierto por la noche y no estás, siento frío. Las sábanas se convierten en paredes que no dejan respirar a las botellas de agua, y el suelo se vuelve algo inconcluso, sin fin, sin temperatura, sin ganas de despertar. Y si no hay luz, la presión del aire destroza todas las esperanzas, pero, al mismo tiempo, ya no hablo más.
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